Azules contra verdes: el debate entre mercado y gobierno
En la discusión pública sobre el diseño de políticas económicas se tiende a caer en un ciclo argumentativo que no ayuda a la discusión: el debate entre gobierno o empresa. Esta supuesta disyuntiva es anacrónica y cayó cuando se derrumbó el muro de Berlín, si no antes. Usualmente este debate tiene dos posturas opuestas. Por un lado, están los ponentes de que es el gobierno el ideal para resolver problemas que el "mercado" liderado por las empresas no son capaces de resolver. Por otro lado, están los que repiten que el mercado no necesita de un gobierno para funcionar y que el gobierno no debería interferir en absoluto sobre las empresas, mucho menos intentar reemplazarlas. Considero que ambas posturas son erróneas y acá explico mis razones. Este es un debate enorme, de manera que esta entrada de blog es una simplificación de la realidad escrito con el propósito de plasmar ideas más que escribir un ensayo digno de publicación de un Journal Académico.

Primero describo el extremo de ambos argumentos antes de encontrar falencias en ambos argumentos.
La postura de que el gobierno es el solucionador ideal de problemas parte de varios supuestos, algunos con tintes moralistas, de que las empresas en búsqueda de beneficio propio no pueden generar beneficio colectivo. Ven la economía como una máquina donde el "planeador central" puede activar mecanismos, mover manivelas y presionar botones de manera que la economía responda como esperado. Adicionalmente, le imponen al gobierno un deber de velar por el bienestar de todos los individuos viendo con recelo la libertad individual. No solo eso, si no que ven en las fallas de mercado un peligro para la sociedad que necesariamente deben ser solucionadas mediante el gobierno. En suma, el gobierno es como un padre que debe velar por sus hijos que no saben qué es lo que mejor necesitan.
La postura de que las empresas no necesitan al gobierno en absoluto. Ven en el gobierno a un agente que interfiere y limita la libertad empresarial, y ven en toda acción del gobierno un límite a la libertad negativa. Bajo esta postura, las fallas de mercado son inherentes y toca acción para solucionarlas por parte del gobierno las empeora o introduce nuevas fallas que en neto dejan a la sociedad en un peor lugar. El gobierno es entonces una tranca en el desarrollo del mercado y por lo tanto el mundo ideal es uno de laissez faire, o dejar hacer lo que sea al que sea.
Aunque me inclino más por la segunda postura, el laissez faire no es equivalente al liberalismo. Para que el mercado funcione bien, se necesitan instituciones y una serie de bienes públicos necesarios para ayudar a resolver problemas. El caso más sencillo es la protección de derechos de propiedad. Sin un estado garante de derechos de propiedad con un sistema judicial bien diseñado, reglas de juego consensuadas (esto es clave como lo discuten Hayek en la Constitución de la Libertad o Buchanan en el Cálculo del Consentimiento) no hay libertad positiva sin la cual no puede haber innovación ni emprendimiento.
Los dos principales argumentos que se me ocurren en este momento para desarrollar una síntesis de ambas posturas son la importancia de las instituciones para el desarrollo de una economía de mercado y la pregunta sobre cómo resolver fallas de mercado.
Sobre las fallas de mercado: bajo la perspectiva neoclásica de economía existen las fallas de mercado y su contraparte: las fallas de gobierno. Las fallas de mercado son situaciones donde el mercado por sí solo no produce el nivel socialmente óptimo de un bien o servicio. Cuando las actividades entre dos privados afectan a un tercero que no tiene nada que ver se produce lo que los economistas llamamos externalidades. La polución y la emisión de gases de efecto invernadero son ejemplos de externalidades negativas: las decisiones de una industria de producir un producto de plástico y de un consumidor de comprarlo afectan a terceros. Esto es una falla de mercado ya que el tercero no hace parte del intercambio y se ve afectado.
También puede haber externalidades positivas: la educación privada es un ejemplo. Aunque el objetivo de obtener un título universitario es aprender habilidades que serán útiles en el desarrollo personal de un individuo, si más individuos van a la universidad aumenta el nivel agregado de habilidades. Esto permite que los individuos tengan mejores ideas que le generen beneficios a terceros (externalidad positiva). Por ejemplo, en la universidad los estudiantes de medicina podrían ayudar en la investigación de nuevos dispositivos médicos que le mejoran la vida a un paciente en otra ciudad. Sin embargo, dado que financiar los estudios universitarios es costoso, en general el nivel de provisión de plazas en universidades privadas es inferior a lo socialmente óptimo (muchas más). Esto es una falla de mercado.
¿Cómo deberían resolverse las fallas de mercado? Los defensores del gobierno ven en las fallas de mercado una prueba irrefutable de que el mercado por sí solo no puede garantizar el bienestar colectivo. Ven entones que si hay una falla de mercado la solución necesariamente tiene que ser de gobierno. Pero esto no es necesariamente cierto. Las soluciones de política deben responder al diagnóstico realizado, y permitir la innovación y tener la libertad como principio de diseño (después de todo, vivimos en una democracia liberal).
Para el ejemplo de la polución y emisión de gases de efecto invernadero, una solución de gobierno clara sería poner multas y límites a la producción de dichos bienes, u obligar a las empresas a producir tales bienes de tales maneras. Una solución de mercado sería establecer un sistema donde las industrias que emiten pocos gases de invernadero podrían vender un cupo hipotético por debajo de cierto umbral a las empresas que emiten por encima de tal umbral. Esto incentiva a las empresas a idearse mejores esquemas de producción para emitir por debajo del umbral y poder monetizar la innovación, mientras que le genera un costo a las empresas que emiten por encima. Esta es una solución de mercado a una falla de mercado que es consistente con los principios de libertad, motiva la innovación y evita el problema de información (¿el gobierno sabe cómo producir todos los bienes sin contaminar?).
El ejemplo de la educación es otro buen ejemplo. El gobierno podría resolver la insuficiencia de plazas construyendo y financiado universidades públicas. Pero acá el gobierno se enfrenta a dos problemas. El primero es que para financiarlas necesitaría obtener recursos de algún lado vía impuestos. El segundo es el mismo problema de información: ¿sabe el gobierno qué quieren estudiar todos los estudiantes y qué habilidades demanda el sector privado? Si el objetivo es garantizar el derecho del acceso a la educación a todos los ciudadanos, ¿necesariamente es la universidad pública la mejor alternativa? Idea: los vouchers escolares o las becas como ser pilo paga son mecanismos de mercado que permiten resolver una falla de mercado consistentes con los mismos principios de libertad, motivar la innovación y competencia entre centros educativos y se evita el problema de información.
¿Cuál es ese problema de información que mencioné? Este es el problema que Hayek menciona que el gobierno, por diseño, no puede resolver. La información económica es multidimensional e involucra mucha información privada y pública: precios de venta, costos de producción, incentivos empresariales, objetivos personales, gustos, preferencias, ideas... Esto se convierte en un problema de cálculo: es imposible calcular exactamente en todo momento cómo se deberían realizar todas las transacciones económicas.
Mas aun, nadie puede conocer el conjunto entero de información ya que los agentes del mercado tienen información privada que no necesariamente revelan. Entonces, todos tenemos una parte infinitésima de información, y al intercambiar libremente en un mercado podemos combinar nuestra partecita con la partecita de alguien más. Los precios emergen entonces como señales y agregadores de información. Si el precio del petróleo sube rápidamente yo observo que relativo a lo que había antes ahora hay más demanda (o menor oferta) de petróleo sin tener que hacer una encuesta a todas las empresas compradoras o productoras de petróleo.
Esto implica que es computacionalmente costoso intentar simular exactamente las transacciones económicas e informacionalmente imposible tener el conjunto completo de información. Cuando un gobierno diseña una solución de política, el gobierno no tiene cómo saber cómo van a reaccionar los agentes. Acá entra el rol de las instituciones. Para que los precios sean agregadores eficientes de información y los mercados sean competitivos es necesario tener instituciones diseñadas con los principios de libertad económica y de minimizar los costos de obtener información.
En conclusión, ese debate entre mercado y gobierno suena a la lucha entre las cuadrigas verdes y azules de Constantinopla durante el siglo VI. Necesitamos de mercado y de gobierno, no quedarnos en qué apoyar la cuadriga verde me prohíba apoyar también a la cuadriga azul. El mercado necesita del gobierno como garante de instituciones económicas que motiven la innovación y ayuden a resolver fallas de mercado. El gobierno debería ayudar a resolver los problemas con soluciones que respondan a los diagnósticos. De cara al futuro debemos tener discusiones más pragmáticas y menos divisivas que la falsa dicotomía gobierno-mercado.
29 de septiembre de 2024
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